miércoles, 28 de noviembre de 2007

Recíclate

El hombre reciclado,hace la comida cuando vuelve del mercado,
se prepara sus cositas con aire despistado,ya está acomodado,
arroz con amor,chuletón con los viejos,el licor con el mejor,
bacalaó con el pringaó,también alubias y a tomar viento,
mejor comer de todo,elegir suele ser un pribilegio.

La tardecita

Bonita,bonita,bonita la corridita,del torero pendenciero,
en la calle y en el ruedo,viene mirando de lejos.
Bonita,bonita,bonita la camisita,de la risueña señorita,
alterada por la hombría,aburrida en su salita.
Bonita,bonita,bonita la pajarita,del caballero orondo,bueno,
puro en mano obserbando,con criterio opinando.
Bonita,bonita,bonita la tardecita,estando la lluvia aminando,
ni frío ni calor esperando,todo presto para el resto.
Bonito,bonito,bonito el torito,que a la muerte va a enfrentarse,
a la arena quiere agarrarse,en su tarde,sin dejarse.

¿Quién dijo miedo?

La cuenta pendiente,la que vas a pagar,
un tipo como tú,inteligente,ya piensa en la siguiente,como sabrás.
Pero en un momento de descuido despierta un impulso,
pues pensar siempre en el futuro,no se puede soportar.
Hasta el más estructurado elemento es susceptible de derrumbamiento,
mostrándonos sus cimientos,para volver a empezar,
sin alentar el vano intento de alcanzar lo perfecto.

domingo, 18 de noviembre de 2007

La Madrigera

En una noche tibia de verano iba yo caminando por un bosque espeso aunque no muy elevado.Dirigía mis pasos sin rumbo cierto,absorto en mis pensamientos habituales,y en los dispares,por los senderos marcados por un gran número de viajeros,que durante el día los abrían.Los ruidos animales de las bestias habitantes que se oían,ambientaban los lugares que que la luna dibujaba.Más de una sombra me alertó,pero fué la suya la que despertó,mi gran curiosidad.Llevaba sombrero,tenía los dedos de las manos muy largos,y degados,y al pasar a mi lado las movió,me saludó.No me giré de repente,aunque ese era mi impulso.Esperé,pensé,y por fin miré.Dónde iría,de dónde vendría,quién era.Me dí la vuelta y sin que se percatase,le seguí.Por poco tiempo,pues al doblar un gran arbusto con mucho follaje,le perdí.Continué adelante,no sabía,no le veía...,tenía que retroceder.Llegué hasta las raíces del arbusto donde dejé de verle.Miré en todas direcciones,luego pensativo miré hacia arriba.Al fin,sometido,agaché la cabeza.Y allí estaba.La madrigera.Un agujero pequeño y oscuro,sin fondo.Como a cualquier otro pequeño habitante,le había llegado la hora de reunirse con los suyos,de tumbarse,y de dormirse recorriendo los sucesos de otro día pasado.Yo estaba agotado.La oscuridad era todavía completa,pero la noche pronto llegaría a su fin.